Diccionario Chilote Mapuche

Por Renato Cárdenas Á.
Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua.
Destacado Investigador de la cultura Chilota.

Hace casi cuarenta años, siendo estudiantes de Castellano de la Universidad de Chile de Valparaíso, ya empezábamos a encontrarnos con nuestras lenguas maternas, a valorarlas por sobre la academia que nos imponía la paternidad castellana. Ocurrió en las cátedras de don Félix Morales Pettorino, de don Carlos Foresti Serrano y las sabias orientaciones etnográficas de José María Arguedas que, a fines de la década del 60, visitaba nuestra universidad con otro de nuestros profesores: Nelson Osorio Tejeda.

Al retornar a Chiloé en 1974, buscando desesperadamente un rumbo luego de ese doloroso naufragio de nuestro país, empezamos a escuchar las voces de estos maestros a quienes nunca más veríamos y volvimos como hijos pródigos al campo, al Chiloé donde reencontramos los soportes valóricos y materiales más prístinos de nuestras identidades.

Este texto contiene la síntesis de uno de los dos mundos que han modelado al chilote, que han condensado sus experiencias laborales, fijando imaginarios y simbolizado su vida de tanto reiterarla en la cotidianidad húmeda de estos archipiélagos.

Este texto es el retrato de la vertiente mapuche de nuestra identidad. Es el registro de una memoria que subyace en las islas, en los hogares campesinos, y que brotan desde el trabajo, la relación social y el entorno natural de sus vidas.

Mi vida en este archipiélago ha estado destinada a escarbar en el rescoldo de la memoria porque, como se dice, donde fuego hubo cenizas quedan.

Con Carlos Trujillo publicamos a mimeógrafo, en 1976, APUN- TES PARA UN DICCIONARIO DE CHILOÉ, un sencillo, pero honesto trabajo lingüístico. Más tarde, en 1996, apareció un corpus más elaborado y con exploraciones enciclopédicas, el DICCIONARIO DE LA LENGUA Y DE LA CULTURA.

Cuando apareció el programa del MINEDUC de interculturalidad y bilingüismo, las Corporaciones lo implementaron como pudieron porque carecían de personal capacitado y de instrumentos para trabajarlo. Entonces se cubrieron las carencias con recursos que llegaron de la Araucanía, donde llevan décadas con experiencias educativas y lingüística en la enseñanza del mapudungún.

Empero, el mapudungún de la Araucanía y los vestigios del veliche de Chiloé tienen un desarrollo histórico muy diferente y sus resultados, a la vez, son otros. Sería tan aberrante como si hoy quisiéramos enseñar en Chiloé el castellano hablado en Castilla, porque de allí deriva esta lengua.

Estas circunstancias nos han llevado a elaborar un DICCIONA- RIO CHILOTE-MAPUCHE que contiene un léxico usado como instrumento simbólico y de comunicación entre los habitantes de este archipiélago, al menos durante el último siglo. Estas palabras tienen su origen en el mapundungún, pero se cruzaron -durante el proceso colonizador- con el castellano El castellano de la conquista fue insuficiente para nombrar a esta geografía y sus costumbres y debió auxiliarse con el veliche, la expresión regional del mapudungún. Así ocurrió con toda la sociedad española que en encuentros y desencuentros fue pariendo este Nuevo Mundo, resultado de un mestizaje.

El habla popular de Chiloé tiene su soporte sintáctico en el castellano, por desaparición de la lengua veliche, pero ha resguardado testimonialmente la experiencia que significó habitar y reproducir un territorio, salvando lo más significativo de sus componentes fundacionales, impresos en el sincretismo lingüístico que nos caracteriza.

El DICCIONARIO CHILOTE-MAPUCHE fue elaborado durante muchas décadas de compilación, confrontación territorial de sus variantes y revisión bibliográfica. El resultado es un corpus que segmentamos en capítulos temáticos para una consulta más expedita.

Este trabajo busca la comprensión de los fundamentos de nuestras culturas locales y sus contenidos más prístinos que dan sentido a la materialidad insular. Pero más que nada, este libro es la memoria escrita de una herencia guardada en el baúl de los recuerdos; es el rescate de una realidad para su reparación y reutilización cotidiana en un futuro que va a clamar por ella.

INTRODUCCIÓN

La lengua que hoy se habla en Chiloé es el testimonio vivo de distintos cruces culturales que, desde mediados del siglo XVI, han sido hegemonizados por los hablantes castellanos.

Los europeos que se asentaron en Castro en 1567 se encon- traron con un territorio habitado por dos grupos étnicos. Uno de tradiciones básicamente marítimas, conocidos como los chono, y otro grupo claramente identificable con los mapuche, pero aquí llamados veliche. Estos últimos practicaban tradiciones propias de los pueblos sedentarios, con domesticación de plantas y animales, complementada con la pesca y la recolección de mariscos y bayas silvestres.

El chilote es el resultado genético del mestizaje biológico entre la mujer mapuche y el hombre español o mapuche. El conquistador se instaló en estas islas sin mujeres españolas.

Los españoles trajeron sus tradiciones, pero durante los dos primeros siglos se vieron obligados a integrar gustos, costumbres y creencias. El veliche resultó ser la lengua más efectiva para las comunicaciones interétnicas. Su visión, entonces, no sólo se acomodó a nuevos colores y su vida a nuevas experiencias, sino que, además, debieron articular los sonidos con que los indígenas habían nombrado el mundo que ellos ahora ocupaban. De este modo, la expresión castiza comenzó a modificarse notoriamente.

LOS VELICHE O MAPUCHE DE CHILOÉ

Veliche o beliche escriben los primeros cronistas1. Se refieren a la prolongación de la etnia mapuche hasta Chiloé; un pueblo que arrastró esas tradiciones hasta la orilla del mar y les impri- mió un nuevo carácter.

La lengua fue llamada también veliche y aunque los europeos la encuentran algo diferente al mapudungún, la reconocen como la misma.

Las diferencias que se establecen entre los hablantes mapuche y los del archipiélago tienen que ver con los cambios geográficos, ambientales y productivos. Se expresan en variables fonéticas y léxicas. En cambio el veliche, al ser usado como puente e instrumento de la conquista, recibe una fuerte influencia occidental que, al decir del misionero Lorenzo Hervás “…han adaptado y (que) declinan y conjugan según la sintaxis” de su idioma.

Los primeros misioneros que evangelizan a los chono y veliche se preocupan de hacerlo en las propias lenguas de estos pueblos. La misa, por razones rituales, la dirán en latín, pero pláticas y confesiones serán hechas en lengua local.

El veliche se inserta en la sintaxis del castellano a partir del verbo. Primeramente conserva la estructura de su conjugación, luego se vuelve sustantivo y es regido por hacer (cochantun / hacer cochalto) o toma la terminación de los verbos en-ear (pilluntear).

También el sustantivo veliche puede operar verbalmente en la frase articulada por hacer u otro verbo (hacer gute / quedar piguchén). El mapudungún, además, tiene la ductilidad de transformar el sustantivo en verbo.

FONÉTICA

El veliche, se diferencia del mapudungún en algunas alteracio- nes en su sistema fonético (la F se vuelve V, entre los veliche; la R y D mapuche suenan como S, etc.), pero lo más notable ocurre en el ámbito de su léxico, determinado por la lejanía de Arauco, por los contextos diferentes y por la ausencia de una institución lingüística reguladora.

Entre los cambios más significativos del léxico de origen veliche al ser articulado por castizos y bilingües es el cambio de su acen- to agudo a grave, tendencia propia del castellano. Empero, si las voces no terminan en consonante este cambio no se manifiesta.

El grupo consonántico TR, por influencia fonética del mapu- dungún, se vuelve asibilado. Este fonema que originalmente se realizaba como áfono, oral, dentoalveolar, hoy alterna con la TR castellana. En voces de origen veliche se sustituye el grupo TR por el CH en voces como: Trauco/ Chauco; Trapalele/ Chapalele; Tropóm/Chopóm; Treputo/ Chepulo; Tritrío/Chichío; Tragua/ Chagua; Trel/Chel; Trintre/Chinche; Troncúe/ Choncúe; Trauna/Chauna; Trauto/ Chauto2.

Estos cambios, sin duda, obedecen a la dificultad de articulación que presenta entre nosotros el grupo asibilado de origen mapuche.

Un fenómeno similar se ha dado con el fonema NG, de articulación velar oclusiva sonora nasal. Suena como la N de gaNga, blaNco o loNja. Fonéticamente se le grafica como (η), pero corrientemente se le representa como g (con punto o raya en su base), gn o ng. Los hablantes castizos la han transformado en Ñ o simplemente N y se realiza como alveolar.

Otros componentes fonéticos del veliche se han ido perdiendo y sólo aparecen en ciertos arcaísmos aislados, flotando como náufragos en el tiempo.

En la actualidad el castellano es el envase de una experiencia cultural mestiza. El veliche, aunque ya no funciona como lengua articulada, ha dejado su impronta lingüística en el habla popular de Chiloé, en su léxico, pero más que nada en la visión histórica y etnográfica del mundo, brotando de cada palabra.

MIGRACIONES Y DIFUSIONISMO

El chilote se desplaza en su territorio y lo nombra. A donde va aplica su lengua mestiza, cuyo vocabulario es fuertemente veliche. Y estos fundamentos lo constituyen el nombre de los lugares (toponimia), los alimentos y su preparación (gastronomía), las artesanías y enseres, la cosmovisión y creencias, las técnicas e instrumentos de cultivo (agricultura), el nombre de los árboles y plantas del monte y de los animalitos silvestres… En esas actividades cotidianas, domésticas y sociales, expresadas lingüísticamente, han quedado atrapadas en el castellano y así se han difundido por la región y han sobrevivido al naufragio de la lengua veliche.

Los chilotes durante el siglo XIX incursionaron como hacheros los mismos territorios que en los tiempos coloniales lo hicie- ron como servicio personal para los españoles. Volvieron al Estuario del Reloncaví tras el alerce y terminaron instalándose en los faldeos cordilleranos ascendiendo hasta Nahuelhuapi. Por el sur ahora estaba el ciprés de las Guaitecas. Colonizaron todo ese litoral, desde Melinka hasta Aysén y desde allí se desplazaron por toda la Patagonia.

A estos territorios extendieron el habla chilota comunicando el mundo material que se les presentaba y los intangibles de sus memorias.

PUBLICACIONES

  • “Manual del Pensamiento Mágico”.
  • “El libro de la Mitología”.
  • “Los Chono y los Veliche”.
  • “Patrimonios Religiosos de Quinchao”.
  • “Botánica de la Cotidianidad”.
  • “El Diccionario”.

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